La cervecería Starkenberg, en Austria, es un enorme y pintoresco castillo que alberga una fantasía hecha realidad: tiene piscinas llenas de cerveza donde los clientes pueden nadar y relajarse.
Ubicadas en el fondo del castillo, las piscinas –construidas con acero inoxidable– son siete, y su contenido es nada más ni nada menos que 12.000 litros de agua y de Pilsner de la casa. Un baño de dos horas de duración en estas excéntricas instalaciones cuesta alrededor de 300 dólares. Incluye snacks (galletitas de cerveza y paté de carne tirolés) y una botella de cerveza, ya que los anfitriones aseguran que beber directamente de la pileta es una decisión “desacertada”.
Pero ¿vale la pena pagar por esta experiencia? El lugar donde está la cervecería es paradisíaco y la arquitectura, imponente. Dicen que su producto es bueno, y no cabe duda de que muchos han soñado con sumergirse en un mar de su bebida favorita. Y encima de todo, parece ser que la cerveza es rica en vitaminas y calcio, que cura las heridas abiertas y la psoriasis y que es, en términos generales, muy beneficiosa para la piel. En definitiva: un plan divertido, caro y hasta saludable para las próximas vacaciones.
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