Son funcionarios públicos, administradores, choferes particulares o de
camiones, cajeros de supermercado, estibadores, profesores, empleados de
empresas de alquiler de autos o compañías de móviles, empleados de
registro de clientes en multinacionales, sastres y hasta alpinistas.
Todos los días, por la noche, se reúnen para jugar fútbol. Pero,
últimamente, la suerte no les acompaña: perdieron por 7 a 0 ante un
equipo Sub 20. No, no son un equipo de fútbol de playa: son la selección
de Tahití, que disputa la Copa Confederaciones en Brasil.
Instalados desde el pasado 7 de junio en el lujoso Hotel Oro Minas, en el corazón de Belo Horizonte, los 23 escogidos - entre 22 amateurs, siendo el único profesional Marama Vahirua, que juega en el Panthrakikos, de Grecia - para representar al país más desconocido entre los ocho que disputan el torneo, parecen aún no entender lo que pasa ante sus ojos. Ni en sus sueños más remotos habrían pensado en venir al país del fútbol, hospedarse en una habitación donde el día equivale a la mitad de sus salarios, a disputar uno de los torneos más importantes del mundo.
La historia de Tahití es digna de una película. Ganador de la última Copa de Oceanía, al sorprender y vencer a Nueva Caledonia en la final, la selección ha sido tratada como estrella de la Fifa. Asesor de prensa contratado sólo para la ocasión, seguridad reforzada, blindaje a los jugadores al momento de las entrevistas y entrenamientos en lugares alejados hacen parte de la rutina de un equipo prácticamente amateur, mezclado ahora con los gigantes del fútbol.
Este sábado, por ejemplo, Terra fue al Hotel Oro Minas en búsqueda de una palabra con los jugadores de la delegación tahitiana. Todo fue en vano: los 17 guardaespaldas que rondaban el lugar pidieron la retirada de los reporteros cuánto antes. "Por favor, no aborden a los jugadores", pidió un empleado con identificación de la Fifa, mientras los propios jugadores miraban, atónitos, del piso de arriba durante la cena.
Las profesiones de los tahitianos
En
medio de llamadas de clientes interesados en cambiar su operador de
móvil, el joven Steevy Chong, de 23 años, soñaba. Jugador amateur del AS
Dragon, el club más popular de Tahití, él era uno de los voluntarios en
representar a la selección de su pequeño país - 170 mil habitantes - en
los torneos en que los tahitianos disputaban. Y fue de sus pies que
salió el gol más importante en la historia de la nación.Instalados desde el pasado 7 de junio en el lujoso Hotel Oro Minas, en el corazón de Belo Horizonte, los 23 escogidos - entre 22 amateurs, siendo el único profesional Marama Vahirua, que juega en el Panthrakikos, de Grecia - para representar al país más desconocido entre los ocho que disputan el torneo, parecen aún no entender lo que pasa ante sus ojos. Ni en sus sueños más remotos habrían pensado en venir al país del fútbol, hospedarse en una habitación donde el día equivale a la mitad de sus salarios, a disputar uno de los torneos más importantes del mundo.
La historia de Tahití es digna de una película. Ganador de la última Copa de Oceanía, al sorprender y vencer a Nueva Caledonia en la final, la selección ha sido tratada como estrella de la Fifa. Asesor de prensa contratado sólo para la ocasión, seguridad reforzada, blindaje a los jugadores al momento de las entrevistas y entrenamientos en lugares alejados hacen parte de la rutina de un equipo prácticamente amateur, mezclado ahora con los gigantes del fútbol.
Este sábado, por ejemplo, Terra fue al Hotel Oro Minas en búsqueda de una palabra con los jugadores de la delegación tahitiana. Todo fue en vano: los 17 guardaespaldas que rondaban el lugar pidieron la retirada de los reporteros cuánto antes. "Por favor, no aborden a los jugadores", pidió un empleado con identificación de la Fifa, mientras los propios jugadores miraban, atónitos, del piso de arriba durante la cena.
Las profesiones de los tahitianos
Steevy marcó el gol que clasificó a Tahití a la Copa Confederaciones, en la final de la Copa de Oceanía. Jugador de fútbol por amor, no por profesión, Chong recibe cerca de US$ 1165 mensuales de la compañía en que trabaja, valor que sería considerado una broma por cualquiera de los hombres que representan a Brasil en la competición de la Fifa. Los ingresos del tahitiano equivalen casi al salario mínimo de su país.
Su historia sería curiosa si no fuera común entre la delegación de Tahití que está en Belo Horizonte. Nicollas Vallar, por ejemplo, es el capitán del equipo, pero no recibe un centavo por jugar fútbol. En su historia cuenta con intentos, sin éxito, en equipos reserva de clubes de Francia y Portugal. Actualmente, alterna entrenamientos con el AS Dragon y la selección con pequeños trabajos que sostienen a su familia: incluso llegó a trabajar para la Federación Tahitiana en la organización de la Copa del Mundo de Fútbol de Playa.
Otro caso curioso es el del delantero Samuel Hnanyine. Empleado de puerto, trabaja como estibador, un trabajo de mucho esfuerzo físico, que sólo el amor por el fútbol lo hacen continuar jugando. A diario, carga más de 30 mil kilos de mercancía por día, despertándose a las 5h30 de la mañana, con turnos que pasan las 12 horas. ¿Y el salario? Algo alrededor de los US$ 1000, menos que el salario mínimo tahitiano.
Hay otros bastante interesantes. El zaguero Teheivarii Ludivion gana casi US$ 1400 a mes vida como alpinista profesional. Afrain Arañeda alterna dos empleos, como empleado de una empresa de alquiler de coches y chofer de una compañía de turismo, con los entrenamientos nocturnos de la selección. El asistente Ludovic Graugnard es profesor de educación física, así como el portero Mikael Roche, que trabaja en dos colegios de primaria.
Ahora, todos están reunidos en Brasil para la Copa. Para traerlos, su federación de fútbol negoció con sus jefes para que los jugadores recibieran un permiso por dos meses. Mientras, están ganando el doble de sus salarios normales - alrededor US$ 2330. Después del torneo, su estatus de voluntarios del seleccionado nacional regresa.
Si Tahití va a jugar mal o no, está por verse. Según un estudio reciente de la Consultoría Pluri, los 23 jugadores juntos valen 27 veces menos que Neymar. Además de eso, las derrotas por 7 a 0 ante la Sub 20 de Chile y 1 a 0 ante los suplentes del América-MG en amistosos preparatorios no son un buen augurio. ¿Como vencer entonces a gigantes España y Uruguay? Sin embargo, aunque no hagan ni un gol, la increíble experiencia de vida ya debe valer la pena para los tahitianos.
Fotos de entranamiento:
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